Si quieres ser feliz, no te exijas demasiado

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Es bueno querer progresar, mejorar, ser mejores cada día… sentirnos orgullosas de quienes somos y de lo que hemos logrado. Pero a veces nos pasamos.

Si bien es bueno desafiarnos a nosotras mismas, también conviene que conozcamos nuestros propios límites. Si queremos ser felices tenemos que lograr cosas en la vida, pero no tener tantas cosas por hacer que sintamos que no logramos nada.

¿Te imaginas estancada, sin aprender nada más, sin intentar algo nuevo, sin salir de la rutina, sin experimentar nada que no conozcas? ¡Qué aburrimiento! ¡Qué despropósito! 

Aun así, a veces me parece que vivimos en una sociedad que nos empuja hacia límites poco sanos. Parece que esa ansia de superación es un monstruo que no puede ser saciado. Las exigencias son cada vez mayores y más numerosas.

Por ejemplo, las madres: además de trabajar, necesitan organizar las mejores fiestas, llevar a sus hijos a múltiples actividades extraescolares, ayudarles con las tareas y estudios, ser un miembro activo de la asociación de padres y madres de alumnos, estudiar idiomas, aprender violín, hacer pilates, yoga o cardio, tener tiempo para sí mismas (¡hay que mimarse!), salir durante el fin de semana con su marido y además tener una satisfactoria vida social… y seguramente me he dejado algunas cosas sin mencionar.

Tampoco es mucho más fácil para las que no son madres: Igualmente se espera que además de estudiar o trabajar horas interminables, sean voluntarias en alguna ONG, tengan tiempo para visitar museos, gimnasios y peluquerías, viajen a algún país para aprender algún otro idioma, y que estén, constantemente, ampliando sus horizontes.

Ve a por las cosas que quieres
Ve a tu propio ritmo

 

¿Hasta qué punto es sano exigirse tanto?

Como en todo, la clave está en el equilibrio. Y sobre todo, en conocer tus limitaciones y descubrir que no hay nada de malo en tener limitaciones.

Mira, nadie es perfecta. Tú puedes tener puntos fuertes y puntos débiles y, aunque nos dicen que deberíamos intentar mejorar los puntos débiles también debemos aceptarlos. Date permiso para enfocarte en lo que se te da bien, en lo que disfrutas. Quizás tu amiga tenga cinco veces más energía que tú y la fuerza para realizar veinte proyectos. Quizás tú solamente puedas con un proyecto a la vez. Bien. Vale. ¿Y qué más da? Tú eres tú. No hay nada malo en ser como eres.

Date permiso para ser feliz tal y como eres. No te preocupes, esa no servirá de excusa para estancarte: No estás diciendo que no quieres mejorar en la vida. Estás diciendo que estás en control de ti misma. Que te conoces y te respetas. Que no te dejarás guiar por lo que otras hacen. Que eres fuerte y por eso eres capaz de seguir tu propio ritmo y tu propio rumbo.

¡Sólo vivimos una vez! La calma y la paz deberían ser columnas que sustentan nuestra vida. No permitamos que nadie nos marque el ritmo. Cada mujer tiene que dejarse guiar por su propia música y bailar al ritmo que le marque su corazón.

© Autor: Rebeca Byler


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