¿Cambiar yo? ¡Para qué!

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Qué triste es encontrarse con gente que sufre de pereza selectiva y no desea esforzarse en nada, ni en mejorar ni ser mejores. Se conforman con ser como son, pensando que no necesitan cambiar nada de su forma de ser, pensar y sentir… diciendo que así como son ahora, lo serán toda la vida, que nada ni nadie les hará cambiar nunca.

Sin embargo comúnmente, son estas mismas personas las que se pasan la vida quejándose y culpando a los demás de sus desdichas, de sus penas y sus fracasos. Culpan al destino y a Dios porque todo les va mal y porque están convencidos que lo que les pasa es que tienen mala suerte.

Y cabe reconocer, que la responsabilidad no es completamente suya, pues seguramente desde la niñez les formaron para ser así. No obstante, ni de adultos están dispuestas a reconocer sus errores, sus faltas ni sus desaciertos, y aquí cabe preguntarse: ¿Cómo podemos cambiarnos a nosotros mismos?

personas que nunca cambiarán su forma de ser

Cuando llegamos a la vida, el mundo ya estaba hecho, ya estaba establecido todo sistema de creencias, patrones de conducta, y desde nuestra infancia nos sembraron un cúmulo de ideas y formas de pensar como si fueran una ley: “Eso no se hace porque está mal”, “Si haces esto o lo otro, te castigará Dios”, “No comas eso porque te va a hacer daño”, “No te vistas así porque se burlarán de ti”, “Tú no tienes derecho de opinar, sólo debes obedecer a tus mayores”.

¿Pero qué nos enseñan los mayores? Los mayores lo primero que nos imponen es la aceptación positiva condicionada, es decir, “Ay qué bonito, hiciste tu tarea”, “Ay qué bonito, te lavaste los dientes” etc. Ah, pero el día que no lo hace: “Ay qué feo, no hiciste la tarea» o, «Ay que feo, no te lavaste los dientes”. Entonces desde niños aprendemos de esta manera: “Tengo que obedecer para ser querido y para ser aceptado” y es allí donde va sembrada la semilla de la baja autoestima y hasta el chantaje emocional.

Es obvio que si de niños aprendimos a obedecer para que nos quisieran, también aprendimos a bajar la cabeza y a conformarnos resignadamente a lo que la vida nos trajera, pero nunca nos preguntaron qué es lo que nosotros queríamos, ni pensábamos ni sentíamos… y lo peor de todo es que así crecimos, con ese convencimiento de que ya no podemos cambiar nuestra forma de ser ni nuestro estilo de vivir. Pero atrás de todo esto se esconden los miedos: A ser reprendidos, a ser castigados, a ser abandonados, etc. Miedo al qué dirán, miedo al qué pasará, miedo a convertirnos en un verdadero escándalo si rompiésemos las reglas de todo lo establecido:

¿Cómo es posible que tú hagas eso? ¡Yo no te puse esos ejemplos! ¿De quién lo aprendiste?, ¿A quién sacaste?, nuestra familia no es así, ¿Quién te está enseñando? ¿Por qué eres así? Una pregunta que sacude el alma: “¿Por qué soy así? ¡Porque así me criaron!” Entonces… “¡Así soy yo, y no puedo cambiar!”

→ ¡Hey, alto ahí…! ¡Cuidado con lo que dices acerca de ti mismo!

¿Por qué piensas que no puedes cambiar tu manera de pensar y de sentir? ¿Por qué crees que no puedes cambiar de actitud, aunque no te guste en verdad ni si quiera cómo eres? Déjame decirte algo importante: La conducta sí es modificable, si no te gusta la realidad que estás viviendo, ¡cámbiala! ¿Qué te lo impide?

no podemos cambiar nuestra forma de ser

Si consideras que existe algo o alguien que te impide cambiar hábitos y costumbres que te son difíciles de erradicar, empieza por ejercer tu derecho a poner límites y a darte permiso de caminar y crecer por la senda que tú elijas. Ni siquiera tienes que pedirle permiso ni autorización a nadie, ni tampoco darle ninguna explicación a quienes no entienden que tu valiosa vida, solamente te corresponde a ti organizarla y a nadie más.

No te dejes llevar por tus miedos, tú no eres cobarde, no te dejes vencer por tu propio desaliento, deja atrás las inseguridades. Lo que tengas que hacer hoy, hazlo, pero hazlo pronto y hazlo bien para que puedas avanzar con prontitud, firmeza, con orgullo y con dignidad hacia tus logros.

Empieza con poco. El contento en lo poco, abre las puertas de lo mucho —“dicen-, y cuando eres tú, quien transita por sus propias veredas, créeme, te dará más satisfacción que si transitaras por los caminos que ya estaban construidos, y que aparte siempre estarías en deuda por quienes hicieron posible tu llegada a la meta. ¿Me hago entender?

No pienses entonces en lo que dejas atrás porque ya es pasado, y el pasado no existe, el pasado está muerto y enterrado y no tiene regreso posible. Piensa en lo que te espera por delante aunque quizá sientas miedo por lo desconocido, pero luchar por lo que quieres te dará fuerzas y valor para moverte a pesar de tus miedos y avanzarás ganando la batalla.

¡Claro que sí puedes cambiar… sólo si tú quieres!

© Autor: Doral.

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6 comentarios en «¿Cambiar yo? ¡Para qué!»

  1. Definitivamente esa parte elemental es ser feliz con lo k se tiene y obvio tampoco caer en el conformismo. En casa siempre he dado todo; y me ha pasado en la mente esa pregunta. Diciéndome a mi misma eres feliz..? Y lamento decir que nop. Entonces decidir por mi persona actuar bajo mis propias condiciones y acciones es para buscar mi felicidad.

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  2. Que triste mas bien conocer personas así y quien los entiende y vamos aprendiendo solo sonrió pensando que mañana sera mejor y sueño con lo que puede ser solo luchar y dispuesto hacer lo posible pero sin hipocresía y con la verdad hoy solo le pido a Dios darle madurez al ayer y ansias de alegría total felicidad para todos

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  3. Me gustó mucho éste artículo, y es verdad… Uno es capaz de lograr lo que se proponga, solo hay que dejar de lado la actitud negativa; para conseguir mejorar en el aspecto de nuestra vida que así lo requiera!!
    Muchas gracias Doral!! 🙂

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