Es fácil sonreír cuando todo va bien. Es sencillo mantener la alegría y el optimismo cuando las situaciones de la vida nos vienen de cara, cuando todo funciona (aunque sea más o menos). Cuando “bien que mal” tenemos las cosas bajo control y sabemos que todo terminará bien.
Podemos mejorar nuestras situaciones en la vida… con perseverancia.
¿Alguna vez has pensado que nuestra vidas carecen de motivo para vivir? ¿Que nuestra familia, nuestro trabajo, nuestra pareja, nuestros hijos, e incluso nuestros amigos no son lo que soñamos? ¿Que te faltan fuerzas para seguir con la rutina diaria de luchar contra todo lo que va mal?
Pensar bien frente a las adversidades
Habitualmente creemos que somos el resultado de lo que sucede en nuestro exterior, sin embargo nosotras somos los responsables de lo que nos ocurre, pues en nuestras manos tenemos la posibilidad de ser felices o no.
La ira, el enojo o el malestar no son virus que andan dando vuelta por el aire y que en un respirar inocente se introducen en nuestro organismo.
Nosotras somos los generadores de esas emociones que nos intoxican cada día.
Las adversidades del pasado me ayudarán a ser mejor
Pero sí podemos cambiar la forma en que vemos el pasado, podemos invertir su mal y utilizarlo para crecer, madurar y hacernos más fuertes y tomar mejores decisiones.
Nos pisotearon, pero ya no lo harán más. Nos tomaron por tontas inocentes, pero ya no lo somos. Ahora somos mejores.
Sanar las heridas con fe
Muchos de aquellos que se forman en el seno de una religión o de una fe en la que pueden creer sin reservas, son afortunados.
Sin embargo, cada quien ha de encontrar su propio camino y su propio credo, y el encontrarlo cobra mayor importancia para cada uno de nosotros a medida que envejecemos…