Soy mujer, segura de mí misma. No soy una nube a la que se la lleva el viento. Yo forjo mi destino y aprecio lo que tengo, cosas, amigos y familia. Disfruto de quien soy.
No, no me dejaré llevar, no quiero aparentar, quiero ser siempre yo misma.
Soy mujer, segura de mí misma. No soy una nube a la que se la lleva el viento. Yo forjo mi destino y aprecio lo que tengo, cosas, amigos y familia. Disfruto de quien soy.
No, no me dejaré llevar, no quiero aparentar, quiero ser siempre yo misma.
Tenemos una gran necesidad de sentirnos bien y trabajar en nuestra autoestima…
Podrás conocer muchas revistas y miles de libros, incluso te informarás acerca de la autoestima por muchos medios… Pero mírate mujer:
Debes conocerte desde tu interior, descubrir cuan valiosa eres, amarte y aceptarte. Todo comienza por ti, por tu interior.
Pero alcanzar la belleza es una utopía, pues siempre cambia de paradero aunque mantenga rasgos universales como la simetría de los rasgos, el color de ojos, la textura del cabello, la estatura y el grosor de los labios entre otros.
La belleza es como una mariposa que revolotea y no se queda quieta; cuando adquiriste la talla soñada, un grano atrevido reposa en tus mejillas, o el sol hace estragos en tu piel, el estrés debilita tu cabello; y en fin; siempre se acerca pero nunca parece quedarse.
¡Tú eres importante!
Tal vez pienses que el mundo podría seguir igual sin ti, que no has hecho ni harás nunca una diferencia significativa en este mundo, pero no es así…
Cada cosa que haces, sientes o piensas tiene un efecto en las personas que están a tu alrededor. Y como mujer valiente y valiosa que eres, esa influencia puede ser positiva. ¡Claro que sí!
¿Qué nos hace valiosas a las mujeres?
Hay quien pensaría que una mujer de valor es aquella por la que los hombres babean en la calle, aquella que va de última moda, luce joyas, tiene un cuerpo escultural y tiene hombres de dinero pretendiéndola.
Pero las mujeres de valor no somos así. Damos más importancia a lo que perdura y no se devalúa: nuestro interior. Sabemos que cuidándolo seremos más valiosas cada año que pasa.
Hay una máxima en la comunicación que establece que
Por mucho que nos quedemos calladas, siempre estamos diciendo algo. El silencio habla, nuestra vergüenza habla, nuestros gestos corporales y rostro habla… y a veces no dice lo que realmente sentimos. ¿Por qué callar? ¿Por qué no decir lo que sentimos y creemos?
Es increíble como puede pasar el tiempo sin apenas darte cuenta, sin percibir los cambios que hay en tu vida: Te casas, tienes hijos, tu esposo ha cambiado complemente contigo y tú has dejado de ser la chiquilla con la que él se casó, aquella que siempre estaba linda, arreglada, con las manos y pies recién pintadas, sin tanto estrés encima de la casa el trabajo los chicos.
Las cosas pueden cambiar tanto como para que no sientas orgullo de ser mujer, y más bien lo veas como una carga que has de llevar sobre ti. Pero eso no debiera ser así.
Si lees un libro de autoayuda, encuentras la palabra; si tienes problemas con tu pareja y lloras por él, alguien te va a decir que tienes que reforzar tu autoestima; si compras una revista fémina encontrarás una lista de consejos infalibles para desarrollarla; y para no ser menos, en esta columna, leerás acerca de la autoestima…
Si alguien de quien nos hemos enamorado locamente nos ignora y no sabe apreciarnos… ¡él se lo pierde!
No debemos dejar que nuestra autoestima se destruya por alguien así, debemos aprender a confiar más en nosotras mismas, aceptarnos tal como somos (sin cuerpos perfectos u otras falencias). Sólo así aprenderemos a ser felices.
Nos han inculcado una “vergüenza crónica por nuestro cuerpo”, nos sometemos a pensamientos perfeccionistas en los que se le rinde culto al cuerpo y nos vemos vulnerables si no poseemos una figura que despierte todas las miradas.
Pero lo cierto es que no tenemos que parecernos a las modelos de televisión y tampoco tenemos que seguir las pautas sociales que nos dicen el cómo lucir.
Revistas, televisión, publicidad, internet… en todos lados, miremos por donde miremos, hay mujeres mucho más bonitas que nosotras.
Cuerpos imposibles, cutis más suaves y perfectas que de bebés… ¿Cómo pueden haber mujeres tan afortunadas?
Se trata de la belleza comercial, la que nos venden pero nunca lograremos tener porque no es real.
Crecer y envejecer es inevitable,
Madurar sí es opcional, es algo que depende de nosotras mismas. Tenemos en nosotras mismas el poder de crecer en conocimientos, madurez y sabiduría… y no eso es algo que podemos hacer desde ya mismo.