La emoción del enamoramiento, la boda, la alegre recepción, las fotos, el pastel y los detalles románticos contrastan con las amarguras, humillaciones, menosprecios y tragedias que después llegan a soportar muchas mujeres en manos de su pareja.
Y una vez casada, lo que menos quieres es dar la relación por fracasada y disolverla, pues una no se casa para eso. Pero mucho menos para ser maltratada: nunca aceptes el maltrato, siempre di no a quien te lastima.