La vida es como un árbol que da frutos: en ocasiones lo ignoramos, otras veces escogemos probar sus frutos.
—¢ Unos frutos son dulces, buenos y añaden placer a nuestra vida.
—¢ Otros frutos son amargos, agrios, están pasados, pudriéndose y nos hacen mal…
Hay quienes siempre escogen vivir amargadas y quienes siempre buscan lo mejor para disfrutarlo y compartirlo. La elección es nuestra.