La mujer por naturaleza, tiene mucha fortaleza, mucho aguante y mucho empuje, se entrega completa o no se entrega.
Nosotras las mujeres solemos entregarnos al ser amado en cuerpo, alma, sentimiento y razón, sin dejar reservas para nosotras, y cuando no somos correspondidas de la misma manera en que damos, sufrimos mucho dolor, un rompimiento interno, un dolor que a veces se vuelve insoportable, dejándonos a la deriva de las circunstancias, suspendidas entre el cielo y el infierno, sin nada a qué apelar, nada ni nadie a nuestro alrededor de dónde sujetarnos, de dónde sostenernos para levantarnos.