Somos mujeres fuertes, decididas, carismáticas y emprendedoras, a veces somos tan fuertes que aparentamos ser rudas, pero en nuestro interior sólo encontrarás un corazón sensible y frágil.
Cuando una relación no sale como esperábamos, especialmente si habíamos apostado fuerte por nuestra pareja, duele mucho reconocerlo y decirlo una vez más: “otra vez, me equivoqué”.
Todos deseamos ser lo mejor posible, llegar a nuestro máximo potencial… sin embargo, por lo general, las limitaciones que enfrentamos, son impuestas por nosotras mismas.
Tendemos a aferrarnos a cosas y personas que dificultan nuestro crecimiento. Tal vez sea por nuestro miedo a lo desconocido, pero sea por lo que sea, descubrimos que nos resulta más cómo aferrarnos a la rutina, a lo conocido, que aunque no nos satisfaga, sí nos conformamos con ello.
Muchas veces despertamos pero no miramos: abrir los ojos por la mañana no quiere decir que veas, ni que te des cuenta de lo que hay a tu lado.
Sé feliz por el sólo hecho de despertar, de poder disfrutar de la vida: no importa que estación estés viviendo, cada una tiene su propia belleza; tu estado de ánimo no tiene nada que ver con el clima, lo que cuenta y hace la diferencia es tu propia actitud, por eso te digo mujer: hay que despertar los ojos y también con el corazón.
-Shoshan.
Abre las ventanas, saluda a tus vecinos, mira la alegría de los niños pasando por tu casa, sonríe siempre, huele el aroma de tu café, siente que la vida está dentro de ti y que sólo necesitas respirar para vivirlo.
¿Qué crees que ocurriría si alguien te dijese al oído que todos tus sueños se harán realidad?
Probablemente sentiríamos el mismo alivio que cuando nos liberamos de una pesada mochila tras un largo y duro viaje. La vida se tornaría más liviana. El corazón se sosegaría. Empezaríamos el día sintiéndonos tranquilas y agradecidas por lo que ha de venir. El futuro empezaría a vislumbrarse con una claridad inusualmente extraña, a la vez que exultante. El presente se viviría con total intensidad…
En este mundo es difícil vivir con serenidad, o tener paciencia con aquellas personas que no comprendes… porque el mundo y la gente siempre te muestran un lado imposible de entender, frío, oscuro o lleno de amarguras… la vida no es fácil, para nadie, y para ti que eres buena mujer, tampoco. No vivimos en un mundo ideal, libres de problemas, en el que las cosas se arreglan por sí solas y a todos les agradas. Eso es para los cuentos, pero nosotras tenemos que escribir nuestra propia historia. Y créeme, pese a todo lo malo de la vida, de tu propia vida, puedes lograr estar en serenidad y en paz.
Todos quisiéramos ser mejores cada día, lograr superar nuestros propios límites y alcanzar nuestra máxima capacidad. Pero no lo logramos.
Nuestro progreso, tanto en lo personal, como en lo social e incluso profesional, se ve limitado por nuestra tendencia a aferrarnos a las cosas que ya conocemos, así como al miedo a lo desconocido.
¿Con qué frecuencia tomas decisiones importantes?
¿Qué decisiones importantes retrasas? ¿A quién le otorgas el poder de elegir por ti?
La vida es hermosa cuando la vemos de una manera distinta a lo habitual:
Hay ocasiones en las que cerramos las puertas del corazón SÓLO porque nos sentimos despreciadas por los demás. Y por alguna absurda razón sin importancia, nos parece que el mundo se nos viene abajo. Vemos la vida como que si fuera un túnel profundo sin salida, un agujero sin superficie. Nos sentimos tan pésimas, tanto así que llegamos a creer que somos incapaces de realizar nuestros propios sueños.
Llegar a los 40 años, siendo una mujer independiente no es producto ni del azar ni de la suerte, sino de un trabajo personal e interior de muchos años que implica derribar creencias, cambiar paradigmas, soltar estructuras de sociabilización, y sobre todo voltear hacia una misma.
Este logro de armonía, equilibrio, y satisfacción; trae a menudo una cuartilla de situaciones, pretensiones o ambiciones, que algunos hombres la entienden como EXIGENCIAS.
Eres mala, ayudas a todo el mundo, trabajas demasiado dando de ti misma por el bien de los demás; eres mala, porque todos los días estás ocupada haciendo cosas por los demás, ayudando a tu familia, amigos y seres queridos… eres mala pues trabajas 12 horas o más, tal vez en tu propia casa… ¿puedes imaginar personas más malas que tú? Yo digo que sí, y muchas más de lo que pensamos.
Así como cada día nos duchamos, cada noche al acostarnos deberíamos soltar todo lo que no salió como esperábamos, palabras hirientes, pensamientos derrotistas, dedos acusadores, frustraciones de no llegar a dónde queríamos… Incluso, puede que sea positivo, soltar también lo bueno del día, como la comida con amigas, el beso lleno de a mor y la película que vimos en el cine, pues al final de cuentas, si nos deshacernos de todo, hacemos hueco para volvernos a llenar al día siguiente y al otro.
¡Cuántas veces sentimos que no podemos seguir adelante!
Son momentos en los que parece que cada paso que damos es en vano, que no nos conducen a ninguna parte, que todos días y las horas son iguales y no hay motivos para sonreír o mirar la vida con alegría.
Y siempre estamos diciendo que no podemos rendirnos, que hay que seguir adelante, que por más oscura que sea la noche, volverá a salir el sol, que siempre hay esperanzas… y que jamás debiéramos permitir que una persona nos quite hasta las ganas de respirar.
