No necesito ser como los demás quieren que sea, ni necesito actuar como esperan que lo haga…
Quiero hacer las cosas por mí misma, porque las siento dentro de mi ser, porque así soy yo.
Debo ser lo que quiero ser.
Yo puedo ser lo que quiero ser.
Debemos aceptarnos unos a otros tal como somos, no podemos pretender cambiar a los demás… pero podemos cambiarnos nosotras mismas, y debemos.
No somos piedras inmóviles, somos mujeres, tenemos capacidad de aprendizaje y de maduración. Si nos lo proponemos, siempre podemos cambiar y mejorar.
Todas las personas cometemos errores, pero no siempre somos capaces de reconocerlo.
Errar es de humanos, saber admitirlo nos dignifica.
Si insistimos en no reconocer nuestros errores acabaremos cometiendo más, cuando en su lugar podríamos estar aprovechándolo para aprender de lo ocurrido, dejarlo atrás y continuar nuestro rumbo.
¡Mucho estrés! Las mujeres encaminadas en la todología, trabajamos, somos amas de casa, madres, esposas, hijas y amigas…
Mientras el mundo sigue girando con 24 horas, nosotras tratamos de extenderlas, buscar un hueco en la agenda que nos permita hacer todo. Y con tanto estrés encima, el cuerpo, alma y nuestras emociones se resienten.
¡He descubierto que puedo estar orgullosa de mí misma!
He cometido muchos errores a lo largo de mi vida, he vivido situaciones terribles y llorado mares…
Pero todo ello no ha sido en vano, he aprendido de mis experiencias y gracias a ello ahora soy lo que soy:
Tenemos una gran necesidad de sentirnos bien y trabajar en nuestra autoestima…
Podrás conocer muchas revistas y miles de libros, incluso te informarás acerca de la autoestima por muchos medios… Pero mírate mujer:
Debes conocerte desde tu interior, descubrir cuan valiosa eres, amarte y aceptarte. Todo comienza por ti, por tu interior.
Porque eso de ser una Martha Stewart, esclava de la cocina, lavandera profesional, amamantadora sin salario, barbie de tiempo completo y sobretodo una romántica solitaria sin remedio, ya no funciona, no con los hombres actuales.
Hay cosas que nos pueden provocar grandes sustos, pero lo que realmente nos da miedo son las cosas cotidianas de cada día que no somos capaces de enfrentar.
La verdadera mujer valiente no es tanto aquella heroica mujer del cine de acción, suspense y ficción, sino la que se enfrenta cada día a sus temores en su hogar, trabajo, matrimonio y familia.
Muchas veces, cuando más ayuda necesitamos, cuando más sufrimos y peor nos va, más rechazamos la ayuda que nos brindan.
Recibir ayuda no nos hace débiles, si lo recibimos bien puede hacernos más fuertes y hablar bien de nosotras.
Debemos aprender a ser independientes, pero también a saber recibir una mano amiga.
Diariamente se nos cruzan un montón de pensamientos por la cabeza, algunos tan pequeños que en un pequeño santiamén olvidamos. Muchos de estos, aunque ignorados, son pensamientos negativos que inconscientemente condicionan nuestras actitudes y decisiones. Pequeños pensamientos como un un simple “no podré”.
Debemos aprender a identificar estos pensamientos, no son buenos para nosotras, nos limitan, y si lo intentamos podremos convertirlos en pequeños pensamientos positivos, que nos ayuden a salir adelante.
A lo mejor estás esperando esa persona que te saque de tu soledad, pobreza, o de un trabajo que no te gusta. Alguien que te descubra y te catapulte hacia el éxito…
O puede que no sea alguien sino algo. Tu negocio no va bien y tienes todas las expectativas puestas en el siguiente cliente o en un proyecto… ¿Te reconoces?